jueves, 21 de diciembre de 2017

"ME ENAMORÉ", de Eduardo Orta G

¨Me enamoré sin preocupación de lo que pensarán,
de lo que dijeran,
incluso sin preocupación de lo que tú pudieras sentir.
Me enamoré porque no tenía opción,
porque en el amor nunca se elige,
porque sólo pasa,
y ya, sin explicación.
Me enamoré cuando menos lo pensaba,
cuando menos lo quería,
cuando menos buscaba ese amor.
Me enamoré, si medida, sin angustia,
sin pensar en nada más.
Me enamoré, porque llegaste, eso sí,
en el momento preciso,
cuando mi cuerpo entero estaba listo,
cuando mi alma entera estaba en paz,
cuando mi vida entera la podía dar.
 Me enamoré pues, y no puedo hacer nada,
sólo amarte en cada respirar,
de día y de noche,
de malas y de buenas,
triste y feliz,
a cada momento,
sólo a ti, sólo a ti amor mío.

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"LOS FUEGUITOS", de Eduardo Galeano (El libro de los abrazos)

Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.
No hay dos fuegos iguales.
Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores.
Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento,
y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas.
Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman;
pero otros arden la vida con tantas ganas
que no se puede mirarlos sin parpadear,
y quien se acerca, se enciende.

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"EL ÁRBOL BAILA", de Eloy Moreno.

- Mira cómo baila.
- ¿Quién?
- El árbol. Ese árbol baila.

Me decía mientras señalaba con su pequeño dedo,
mientras alumbraba todo mi alrededor con esa pequeña sonrisa,
la misma que adornaba cada una de sus palabras.

"No, es el viento", estuve a punto de contestarle...
pero me di cuenta de que la magia que se tiene a los 3 años
ya no se recupera.

Y en lugar de eso decidí ser yo quien,
a partir de ese momento, lo viera todo desde otra edad.

Por eso cada vez que un árbol, un barco,
una cometa o una nube se mueve, sé que, en realidad,
están bailando.